El final del verano es el momento ideal para disfrutar por última vez de la temporada motera con un viaje sobre dos ruedas. Las temperaturas son suaves, las carreteras están poco frecuentadas y la naturaleza se muestra en todo su esplendor. Tres destinos increíbles para viajes en moto a final de verano son Albania, Eslovenia y el sur de Francia. Cada uno de estos países ofrece ventajas únicas y paisajes impresionantes.
Albania sigue siendo un destino visitado por pocos moteros. El país impresiona con su naturaleza en estado virgen y con sus espectaculares carreteras de montaña y su pintoresca costa a lo largo del mar Adriático. No hay que perderse los puertos de la sierra de Llogara ni las sinuosas carreteras del valle de Valbona. Lejos de las grandes carreteras del país, se pueden descubrir pueblos auténticos donde el tiempo parece haberse detenido. La hospitalidad es aquí una prioridad fundamental y las zonas aún no desarrolladas para el turismo convierten un viaje por Albania en una auténtica aventura para los moteros que quieren evitar el turismo de masas.
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Eslovenia ofrece una gran diversidad de paisajes. Desde los imponentes Alpes Julianos, pasando por colinas ondulantes, hasta el mar Adriático, hay mucho por descubrir. La carretera que recorre el valle de Soča es una atracción para todos los moteros: serpentea junto al río turquesa y ofrece unas vistas impresionantes. El paso de Vrsic, el puerto de montaña más alto de Eslovenia, llama la atención por sus carreteras sinuosas y por su paisaje montañoso. Las carreteras en buen estado y la hospitalidad de los eslovenos hacen del país una experiencia motera completa.
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El Sur de Francia es un lugar clásico para los moteros. La región cuenta con hermosas carreteras costeras, pueblos idílicos y con atracciones culturales. Un viaje por la Costa Azul no sólo ofrece la brisa del Mediterráneo, sino que también pasa por ciudades fascinantes como Niza y Cannes. En el interior del país, las sinuosas carreteras de la Provenza invitan a pasar tranquilamente por campos de lavanda y viñedos. No hay que perderse las Gargantas del Verdon: son el cañón más grande de Europa. Ofrecen vistas espectaculares y es una ruta perfecta para los amantes de la conducción. La cocina francesa y la oportunidad de parar en bares y restaurantes a lo largo del camino harán que el viaje sea inolvidable.
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El equipo de calimoto